Los cambios climáticos y el aumento de las temperaturas están ejerciendo una presión creciente sobre los hogares en las regiones sur y suroeste de los Estados Unidos, que dependen cada vez más de los aparatos de aire acondicionado para sobrevivir a las olas de calor cada vez más frecuentes e intensas. Esto lleva a un aumento de la carga energética, definida como el porcentaje del ingreso de un hogar que se requiere para cubrir los costos de energía. Los hogares que gastan más del 6 % de sus ingresos en energía se consideran que están experimentando 'pobreza energética'. Este fenómeno es cada vez más presente en estados del sur como Mississippi, Arkansas y Alabama, donde los aparatos de aire acondicionado se han convertido en una necesidad durante el verano.
Un estudio realizado por el MIT muestra que entre 2015 y 2020, hubo un aumento significativo en la carga energética en los estados del sur y suroeste, mientras que los estados tradicionalmente fríos, como Maine y Vermont, vieron una disminución de esa carga. Con inviernos más suaves en el norte, las necesidades de calefacción están disminuyendo, mientras que en el sur aumenta la dependencia del enfriamiento. En 2020, la carga energética más alta se registró en Mississippi, Arkansas y Alabama, mientras que Maine y Vermont, que anteriormente estaban entre los más afectados, cayeron de la parte superior de la lista.
Según los datos de la U.S. Energy Information Administration, estas tendencias reflejan claramente una imagen más amplia de un mundo en calentamiento, donde los hogares del sur están bajo una presión cada vez mayor debido a los costos de los aparatos de aire acondicionado, mientras que las regiones del norte enfrentan inviernos más suaves y necesidades energéticas reducidas. Estos cambios también indican una creciente disparidad entre las áreas urbanas y rurales. Mientras que en 2015, el 23 % de las áreas urbanas tenían una carga energética significativa, ese número cayó al 14 % en 2020, lo que significa que las áreas rurales se están volviendo cada vez más vulnerables a los cambios energéticos.
Los programas federales de asistencia energética se quedan atrás
A pesar de estos cambios evidentes en la distribución de las necesidades energéticas, los actuales programas federales de asistencia energética no están adaptados a esta nueva realidad. El LIHEAP (Low Income Home Energy Assistance Program), establecido en 1981, ofrece asistencia a los hogares de bajos ingresos para cubrir los costos de calefacción y refrigeración. Aunque el programa se amplió en 1984 para incluir las necesidades de refrigeración, la fórmula de asignación de fondos ha permanecido prácticamente sin cambios desde la década de 1980. Esto significa que los estados del sur, que ahora tienen necesidades energéticas significativamente mayores debido al aumento de las temperaturas, no reciben asistencia proporcionalmente mayor.
Investigadores del MIT proponen un nuevo modelo de asignación de fondos que priorizaría a los hogares con la mayor carga energética. Según este modelo, ningún estado estaría en una posición peor, mientras que los hogares más vulnerables recibirían mayor asistencia. Este enfoque sería más justo y permitiría una mejor alineación de los recursos con las condiciones climáticas cambiantes y las necesidades de refrigeración en el sur de EE. UU. Aunque el nuevo método de asignación requeriría cierta redistribución de subvenciones entre los estados, el objetivo sería ayudar a todos los hogares a evitar la pobreza energética, independientemente de su ubicación geográfica.
Consecuencias para las comunidades socialmente vulnerables
La pobreza energética a menudo afecta desproporcionadamente a los hogares de bajos ingresos y a las comunidades marginalizadas. En los estados del sur, donde las tasas de pobreza y la desigualdad económica son más altas, la carga energética puede ser hasta ocho veces mayor en comparación con los hogares de ingresos más altos. Esta situación agrava la pobreza intergeneracional y las desigualdades sociales. Además, los estudios muestran que las comunidades con un mayor grado de diversidad, como las de los estados del sur, se enfrentan más a menudo a la pobreza energética debido a ingresos más bajos y condiciones de vida más difíciles.
En comparación, los estados del oeste, como Colorado y Washington, implementan programas que combinan la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero con la eficiencia energética, lo que reduce la carga energética para los hogares de bajos ingresos. Estos ejemplos demuestran que las políticas que integran la lucha contra el cambio climático con la justicia energética pueden abordar de manera efectiva el creciente peso energético. El caso de Colorado, donde los hogares de bajos ingresos han logrado reducir sus costos de energía en un 15 % a un 50 % a través de proyectos de energía solar, muestra que es posible reducir la pobreza energética mientras se trabaja en la reducción de emisiones.
El cambio climático y la pobreza energética son ahora problemas inseparables, y las condiciones meteorológicas extremas cada vez más frecuentes agravan aún más la situación. Por lo tanto, es esencial que estados como Mississippi, Arkansas y Alabama implementen políticas integrales que protejan a los sectores más vulnerables de la sociedad, al tiempo que reducen su dependencia de sistemas de refrigeración costosos durante el verano. Las políticas que fomentan las fuentes de energía renovable, como los proyectos solares dirigidos a comunidades de bajos ingresos, pueden ofrecer una solución sostenible a la injusticia energética.
Fuente: Massachusetts Institute of Technology
Hora de creación: 12 octubre, 2024
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